El pueblo jalq’a en Bolivia rescató una técnica milenaria y única en tejidos. Son los textiles más antiguos de la zona de la cordillera de los Andes. Además, son un aporte muy valioso a la economía de los jalq’a.
La especial elaboración de estos tejidos del pueblo jalq’a estuvo a punto de desaparecer en los años 70. Pero en 1986 comenzó el rescate con la creación de la Fundación para la Investigación Antropológica y el Etnodesarrollo de Antropólogos del Sur Andino (Asur).
La organización opera en Chuquisaca y en el vecino departamento de Potosí, lugares donde habitan los jalq’a.
Este pueblo originario tiene aproximadamente 26 mil miembros que tienen al quechua como lengua cotidiana.
La fundación buscó “recuperar los textiles tradicionales jalq’a para que no se perdiese un arte tan valioso”, según dijo a IPS la representante de Asur, Alejandra Lucia.
El proceso de recuperación fue posible gracias a la cabeza y la técnica de las abuelas, por un lado, y a las manos y ojos de las niñas, por el otro.
Con este trabajo, las mujeres tejedoras pasaron a obtener ingresos propios y a participar activamente en la economía de sus hogares y la comunidad.
Asur trabaja ahora con 150 tejedoras de diferentes comunidades, aunque la comunidad de Caraviri es el centro de su actividad.
Son tejidos cuyo origen se remonta a 4 mil años atrás y que constituyen algunas de las manifestaciones más antiguas, complejas y desarrolladas de la cosmogonía andina.
Son también una forma de lenguaje con el que cada comunidad dibuja su identidad común y sus diferencias. Los pallays son los diseños en los tejidos y son leídos como textos que cuentan historias, pensamientos y visiones particulares de cada comunidad y cada artesana.(PÚLSAR/IPS)