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Voces de la Tierra | Nota publicada el 19/02/2009 a las 16:31 hs.
ECUADOR-RELIGIÓN
Kapak Raymi vive en desfile de Navidad
Cholitas, mayorales, pastorcitos, vírgenes, San José, Reyes Magos y, por supuesto, "Niños Jesús" recorrieron una vez más las calles empedradas de Cuenca, como cada 24 de diciembre, en el Pase del Niño Viajero.

Se trata de una de las festividades religiosas más importantes de Ecuador, sobre todo en la sureña provincia del Azuay.

Campesinos nativos bajan a la ciudad para ser parte de esta conmemoración que, si bien tiene un fundamento en el catolicismo traído a estas tierras con la conquista de los españoles, ha sido una forma de supervivencia de la cultura indígena cuencana.

Esa raíz indígena se evidencia en el ritual mismo del Niño Viajero, en su colorido, la comida, la música, el olor y el sabor que forman parte de la celebración.

Los abuelos del pueblo saraguro, una de las nacionalidades kichwas asentada en el sur del país, cuentan que esta festividad era conocida antes como el "Kapak Raymi", la gran fiesta de la nueva vida.

"Se agradece al Sol (Inti) y a la gran Pachamama (madre tierra), porque de ella nacimos y allá volveremos, ella nos alimenta todos los días", dice a IPS el presidente de la Coordinadora del Pueblo Kichwa Saraguro, Julio Gualán.

Por eso en diciembre se realiza este homenaje, pues el maíz ha germinado, y se deshierba, se hace la limpieza a las plantas para que sigan desarrollándose y den frutos.

La Tierra y el Sol, para los indígenas andinos, constituyen la fuente inagotable de vida, ya que provee de alimentos.

En el mundo andino, el Sol era el astro más importante. En base a su movimiento se calculaban los calendarios que regían la actividad agrícola. Por ello, los equinoccios y solsticios eran los momentos más importantes en la vida, estableciendo cuatro fiestas importantes: el Pawkar Raymi, el Inti Raymi, el Kulla Raymi y el Kapak Raymi.

Estas celebraciones no han desaparecido, sino que fueron reemplazadas por otras, en una suerte de supervivencia camuflada.

Pero algunas comunidades, si bien no dejan de participar en el Pase del Niño Viajero, optan por la recuperación de sus raíces a través de rituales ancestrales.

Varias organizaciones y pueblos celebran concurriendo a lugares sagrados, donde rinden culto al Sol, la Luna y la Pachamama, ofrendan lo que tienen, agradecen la vida y establecen un pacto entre ellos y sus divinidades.(PÚLSAR/IPS)


Patricio Zhingri
19/02/2009




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